domingo, 1 de noviembre de 2009

Diarios de viaje III

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El cigarrillo seguía encendido.
Una avispa roja se posó en el suelo.
Me invadieron violentas ganas de pisarla.
El cigarrilo seguía enciendido.
Por primera vez la música alegre no me sacó de la melancolía.
Algo estaba muy fuera de lugar.
O demasiado correcto.
El cigarrillo se consumió solo.
De repente tu cuerpo me abrazó.
Estaba sola.
Estaba tranquila.
Y me abrazaste fuerte, queriendo encenderme.
No lo lograste, porque esa ya era yo.
Nunca fué tu culpa.
Siempre fuí yo.
Entonces me di cuenta.
Me extraño.
Mucho.
Me duele.
¿De donde viene? ¿Y a dónde va?
Soy felíz, no te confundas,
No es mi cuerpo el que se siente solo.
Es mi alma.
Es mi alma la que te busca.
Te busca en donde menos te pueda encontrar.
Te busca en extraños.
Te busca en historias banales disfrazadas de amor.
Te busca con mi voz.
Llena de sensualidad.
Avida de saciar su apetito.
No tengo otra cosa para darte.
Y entonces todo pareció tan chiquito.
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