miércoles, 25 de noviembre de 2009

El amor

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Esa noche de calor, de frío…
Qué dolor qué dolor
No sabré porque te habré perdido
Qué pasó qué pasó


Yo no sé reinarte
No te quiero perder
El agua en tu estanque
Déjala correr
Del amor al amor


Esa noche que no tuve abrigo
Qué pasó qué pasó
La esperanza color del vacío
Me miró me miró


Ya no soy un ángel
Tal vez lo vuelva a ser
Dejaré al marcharme
En tu alma la sed
Del amor el amor


Esa noche que no tuve oído
Qué dolor qué dolor
La esperanza color del vacío
Si se fue o se murió


Ya no soy un ángel
No te quiero perder
El agua en tu estanque
Y en tu alma la sed
Del amor el amor



Puente Celeste, "Mañana domingo"

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domingo, 1 de noviembre de 2009

Los almas

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Buscamos. Pero más que nada, somos.
A veces crecemos. A veces nos empujan un poco. O mucho.
Queremos. Odiamos. Pensamos. Alcanzamos.
Soñamos. Pero más que nada, hacemos.
Elegimos. A veces bien. Lloramos. Reímos.
Abrazamos. Sentimos.
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Diarios de viaje III

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El cigarrillo seguía encendido.
Una avispa roja se posó en el suelo.
Me invadieron violentas ganas de pisarla.
El cigarrilo seguía enciendido.
Por primera vez la música alegre no me sacó de la melancolía.
Algo estaba muy fuera de lugar.
O demasiado correcto.
El cigarrillo se consumió solo.
De repente tu cuerpo me abrazó.
Estaba sola.
Estaba tranquila.
Y me abrazaste fuerte, queriendo encenderme.
No lo lograste, porque esa ya era yo.
Nunca fué tu culpa.
Siempre fuí yo.
Entonces me di cuenta.
Me extraño.
Mucho.
Me duele.
¿De donde viene? ¿Y a dónde va?
Soy felíz, no te confundas,
No es mi cuerpo el que se siente solo.
Es mi alma.
Es mi alma la que te busca.
Te busca en donde menos te pueda encontrar.
Te busca en extraños.
Te busca en historias banales disfrazadas de amor.
Te busca con mi voz.
Llena de sensualidad.
Avida de saciar su apetito.
No tengo otra cosa para darte.
Y entonces todo pareció tan chiquito.
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Diarios de viaje II

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Te perdés. Vos te re pusiste.
Cantaste. Buscaste la felicidad en el humo
cuando estaba en el viento. Claramente.
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Diarios de viaje I

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Un mar, un cielo
y apenas una angustia en el mismísimo horizonte,
de color amarillo,
y con forma de añoranza aún un tanto ilusionada.
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