martes, 3 de febrero de 2009

Líbido

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Sus cuerpos juntos ondulaban exageradamente.
La pared se resistía a la fuerza que oprimía sobre su cuerpo abierto, incitándola a dejarlo atravezar ese muro que era lo único que los retenía.
Se transformaban en gomas color carne, aplastándose contra la pared.
Los dientes y las lenguas se escapaban de sus bocas interrogadoras, tan abiertas como sus fosas nasales intentando respirar.

Te beso con mi boca, con mis labios, con mi lengua, con mi garganta y con mis entrañas.
Me succionas sin dejar un gramo de mi ser.
Me convierto en tu interior.
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